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TEXTIL

Textil es aplicado en sus orígenes a las fibras textiles y que en nuestros días incluye desde hilos, hilazas, fibras, así como para referirse a los materiales tejidos, hilados, fieltrados, acolchados, trenzados, adheridos, anudados o bordados que se fabrican a partir de los mismos. Asimismo, el término textil es usado para hacer referencia a telas producidas mediante la unión mecánica o química de fibras.

ANTECEDENTES HISTÓRICOS

En cuanto a la mención de los textiles en la histórica en Michoacán, sabemos que los purhépecha y otras culturas, cambiaron la forma de elaborar sus mantas, con la imposición de las maneras de producción textil española, incluyendo técnicas, los medios, los instrumentos y los propietarios. Así tenemos que en la segunda mitad del siglo XVI, el algodón fue cambiado por lana de ovejas. Incluso, los españoles intentaron sustituir el telar de cintura individual por el telar de obraje, intento que afortunadamente no se completo y ahora podemos contar con esta tradicional manera de elaborar textiles. En esa época, el algodón se traía de Tierra Caliente. El cardar e hilar era una ocupación netamente española o criolla y sólo realizada por la población femenina. No fue hasta que el primer virrey de la Nueva España, fray Antonio de Mendoza, introdujo la ganadería de tipo lanar a gran escala y las personas de origen purhépecha pudieron participar directamente en la producción textil.

 

“Posteriormente, en forma común se observó que en toda la provincia de Michoacán se veía que los hombres y las mujeres hilaban en sus casas, en las puertas y por las calles iban hilando, en una mano traían el copo y en la otra el huso "y no lo tienen por cosa vergonzosa, aunque nos reímos los españoles". A pesar de todos los cambios, las mujeres purhépechas continuaron tejiendo en telares de cintura, sacaban telas y mantas "muy galanas" que pintaban y dibujaban "en ellas cuanto quieren y de cuantos colores les parecen bien".

 

En el Siglo XVIII, el estado de Michoacán era conocido por ostentar una gran producción textil, debido a que los michoacanos supieron combinar el tejido con las demás actividades cotidianas de sembrar, cosechar, la ganadería, silvicultura, pesca, etcétera. Por lo tanto tenemos que en la última década del mencionado siglo, solamente en la zona de población purhépecha “se encontró que específicamente los hombres de razón se dedicaban al tejido de la manta y había doce tejedores en Tacámbaro, seis en Cocupao, cuatro en Zacapú y ocho tejedores en Apatzingán y varias mujeres se dedicaban a hacer rebozos”.

 

Asimismo, las mujeres de Parangaricutiro se dedicaban a elaborar colchas y mantas de algodón, al contrario de los miembros del sexo masculino, fueran españoles o indígenas, quienes se dedicaban a ejercer la arriería y la agricultura.

           

Para fortuna de nosotros como herederos directos de tradiciones, la producción de mantas e hilados en telar de cadera fue preservada por los purhépechas hasta nuestros días, lo cual nos lleva a concluir que no fueron tocados por la especialización en la hilandería y textiles como sucedió con los mestizos. “El tejido entre los purhépechas tuvo otras perspectivas en las áreas lacustres. En primer lugar se dedicaron a elaborar redes para la pesca, por ejemplo en Zirahuen, Cucuchucho, Ihuatzio, Pátzcuaro, Janitzio y en Jarácuaro se empleaban en la pesca del pez blanco y ellos mismos fabricaban las redes y demás utensilios: canoas, remos, velas y jarcias. Otra vertiente del tejido fue desarrollada en el trabajo del tule especialmente para elaborar petates, asientos o equipales, sombreros, sombrillas, sandalias, cestos, tenates, petacas, etcétera”.

PROCESO DE FABRICACIÓN

Uno de los procesos de mayor usanza en la elaboración de rebozos en la zona de la cultura purhépecha (y en muchas partes del país) es el del telar de cintura, aunque las técnicas de elaboración de tex­tiles pueden ser clasificadas también en base a los acabados y formas de decoración empleados, aquí presentamos el trabajo de Ruth Lechuga quien nos habla de esta manera particular de tejer:

 

"El telar de cintura recibe este nombre porque la tejedora lo amarra al tallo; se conoce como telar de otate, porque se construye con palos de esta vara; es un artefacto sumamente sencillo, que permite, sin embargo, hacer telas muy complicadas y adornadas. Por otra parte, hay técnicas que sólo se pueden ejecutar en este tipo de telar".

 

También “se pueden utilizar diversos tipos de palos de madera para los telares de cintura, como la madera de pino o la de madroño, que en el ámbito serrano purhépecha son más fáciles de conseguir. Nuestro telar se forma entonces por dos palos de un ancho aproximado de 90 centímetros, que se acomodan paralelamente, entre los cuales se interpondrá la urdimbre, o sea, los hilos de base para el tejido. Uno de éstos será amarrado con un cordel a una base vertical -un árbol, un pilar de la troje, o incluso un clavo en la pared-, y el otro se lía con un cinturón a la cadera o cintura de la tejedora. Los hilos que forman la urdimbre se dividen en dos, alternadamente; unos son pares y otros impares, y se separan por una vara de paso, también conocida como rodador. Posteriormente, todos los hilos pares se atan con un cordelito a la vara de lizo; otros elementos importantes del telar son la tabla plana, lisa y pulida conocida como machete y el ajustador, que siempre se coloca contiguo al enjullo -o enjulio- de la cintura de la mujer, con el que se asegura la uniformidad del ancho de la tela. Las piezas anteriores son las básicas del telar, con las que se pueden crear tejidos lisos, de paso y vez. Pero las cualidades de este telar son mayores, teniéndose la posibilidad de que con él se logren prendas con diseños de mayor complicación, añadiéndose entonces otra u otras varas de lizo y el calador, que es una varita muy delgada y plana, con punta más o menos aguda, que en el caso de los rebozos brocados, levanta los hilos de "figura" o los que formarán los diseños de la pieza. De este modo, el mecanismo básico consiste en introducir una trama o hilo que en una dirección pase alternadamente sobre los hilos pares de la urdimbre y de regreso lo haga sobre los impares [...] La vara de lizo levanta todos los hilos pares y crea la calada o espacio entre ambos juegos de hilos, a la que se inserta la trama; y de regreso la vara de paso sube a los nones. Así, se van turnando los hilos de la trama y forman la tela con el auxilio del machete".

 

Muchas artesanas utilizan aparte del telar, objetos varios para dar cierto toque a la pieza que elaboren e incluso poder concluirla, tan sencillos como piedras, palos de diverso grosor, botellas vacías, cordones, pelotas o esferas, entre otros, mismos que juegan el papel de una herramienta primordial de trabajo.

PROCESO DE ELABORACIÓN DE LOS REBOZOS EN AHUIRAN

¿Dónde se elaboran los típicos rebozos de color negro con rayas en azul y un hilo blanco al centro? Pues en Ahuirán, Michoacán y los hacen las mujeres artesanas de ahí. Ellas ofrecen en venta sus rebozos ahí en el lugar donde viven o viajan hacia los lugares donde la gente se reúne más, como mercados o tianguis regionales.

           

Al igual que muchas artesanías, la producción textil se hereda de abuelas o madres a las niñas. Así, podemos citar el testimonio de “Cecilia Bautista, artesana de cincuenta años de edad:

 

"El proceso inicia preparando el hilo con el que se va a tejer. Las madejas se adquieren en los centros productores de hilo de algodón, en Uruapan o Pátzcuaro; se venden por peso, por onzas o por kilos. El otro material con el que también se producen rebozos en esta población es el acrilán, fibra sintética, también conocida como estambre. El acrilán es mucho más barato que el algodón, y se teje más rápidamente por ser más grueso. Sin embargo, a excepción de la fase de teñido -que no es necesaria con esta fibra-, el resto de las partes del proceso es idéntica tanto para trabajar con ésta como con aquélla. Así que lo primero que se hace es teñir las madejas, con tinturas industriales mezcladas con agua como catalizador, que se calienta en el fuego, en una tina. Se sumergen las madejas en el tinte y se remueve con una pala, dejándolas posteriormente reposar unas cinco horas. Después se sacan a secar en un tendedero. Lo que sigue es el engomado de la fibra con la pegadura, que tiene como función endurecer el hilo para que se pueda trabajar más cómodamente, remojando -kuakarani- en una bandeja el hilo en el líquido de la pegadura y después se azota -uátatani- sobre una piedra con un muy enérgico movimiento del brazo. Se levanta el brazo a la altura de la cabeza y se deja caer con fuerza la madeja que se sostiene en la mano, sobre una piedra laja, por 150 veces. "Y ya cuando vemos que la pegadura agarró bien y que ya está durito el hilo, ya vemos, le quitamos un hilito y lo trozamos y cuando se oye un ruidito muy fuerte es cuando ya lo dejamos". Luego se deja secar -jadrhantani- colgando en un tendedero, y se pone en el volantín, objeto hecho de madera, de unos 80 centímetros de alto, que con un palo al centro sostiene una caja de tablas cruzadas, en la cual se colocan las madejas, cada una de una onza de peso. Es un aparato cuya función consiste en torcer el hilo con la finalidad de que éste pueda ser tejido de una mejor manera, pues torciéndose, el hilo adquiere resistencia; además, al dar vueltas, puede formar un solo hilo con dos o tres cabos, según las características del rebozo que vaya a ser tejido. Con esta preparación del hilo puede decirse que inicia la primera fase del urdido.

 

Se utilizan cuatro onzas para hacer un rebozo; dos onzas y media cuando es de articela, cuando es de hilo seda, tres; y una onza para la usïkua, la bolita de tejer". El término en lengua purhé para denominar el urdidor es xakuarakua. Éste consiste en un palo o vara de otate de largo variable -entre 1.2 y tres metros- al cual se clavan dos palos de unos 25 centímetros perpendicularmente -en forma de I latina- en los extremos. En esos extremos es donde se dará vuelta al hilo y las fibras así enredadas son las que conformarán el cuerpo de la urdimbre. Se toma la xakuarakua en su parte media con una mano -normalmente la izquierda-, con el brazo se realizan movimientos de subir y bajar a una velocidad que permita que con la otra mano, la cual sostiene el hilo, se pueda enredar haciendo "ochos" para que haya cruces del filamento, utilizando los cuatro puntos de los palos situados en los extremos. "Antes de ponerme a tejer yo ya hice el plan de cómo lo voy a querer. Si lo voy a hacer con mucha lista o con poquita, yo ya me lo imagino antes". En la fase del urdido se intercalan los hilos de otros colores -azul y blanco, para el rebozo tradicional-; así, contando las vueltas, al llegar a cierta cantidad ya establecida -usualmente 30 o 40 o 100 o 150 listas- es lo que determinará que las distancias entre los colores sean uniformes y finalmente, el ancho del rebozo. "Yo cuento así con un maicito, yo hago una lista y luego otra y luego otra, para que no se me olvide, pongo el maicito en una bolsita, lo voy echando y así cuento". El largo de la prenda es equivalente al doble del largo del palo de la xakuarakua. Posteriormente se sujetan los grupos de hilos formados con un cordel y después se puede proceder a montar el telar, el cual tiene que ir amarrado con un lazo o sïndongua en un extremo al pi­lar o clavo del que se sostendrá y en el otro a la cadera de la tejedora, por medio de un cinturón llamado jóparakua. Como ya realizamos la descripción del proceso del tejido liso -que es el que se realiza en esta comunidad- solamente consignaremos los nombres en la lengua purhé para las piezas del telar. Los enjulios se conocen como jarumuecha -jarumu, en singular-; el rodador se llama k'arhoakua. Las varas en las que se enredan las lazadas o tatsukuas y que definen que los hilos sean pares o impares, son las tatsurakuecha. Por último, el machete se denomina uangu, o uangua, que es el que aprieta el tejido. "La uangua tiene que ser de encino, muy bonito, muy lijadito, para que pues, caiga bien, pesadito, también uno con la cintura se jala, para que la tela quede bien, nada de chino, apretadito, muy bien tejido, porque ése es el tejido bonito, claro, depende de la mano". La tejedora manipula usualmente con la mano derecha la uangua, para insertarlo en la calada y de un solo movimiento lateral lo lleva de extremo a extremo del ancho de la tela que se está formando. Con la mano izquierda sostiene la tatsurakua levantada y pasa el hilo por en medio. Al mismo tiempo, cuando sostiene en esa posición la tatsurakua, levanta también ligeramente su cuerpo, se apoya sobre sus rodillas, para aflojar un poco la tensión del telar y que pueda correr la bola de hilo fácilmente; cuando con la uangua baja el hilo y lo aprieta al resto de la tela, su cuerpo realiza un movimiento contrario, es decir, se apalanca hacia atrás haciendo un esfuerzo con la espalda, para lograr la máxima tensión del tejido. Cuando se trata de tejer un rebozo con hilos muy finos o delgados, la artesana suele pasar suavemente una vela de sebo o parafina sobre los hilos tensados de la urdimbre, para que no se "peguen" y evitar que se formen nudos, que después darían una mala apariencia a la tela. Repitiendo estas acciones, una y otra vez, tras cientos de pasadas de hilo, se concluye el trabajo de tejido, corta con unas tijeras los hilos y después se puede proceder a anudar los hilos de las puntas o sea, el empalme o rapacejo de la prenda, de acuerdo al diseño que prefiera, con una técnica conocida en el lenguaje textil como macramé.

 

Los diseños empleados en la comunidad de Ahuiran para el terminado de las piezas son aproximadamente unos 16, cada uno con su nombre, como cacahuate, pilar, piñita, tejamanil, abanico, etcétera. Es común también que estos diseños se apliquen en bandas, lográndose combinaciones que resultan muy armónicas. De esta manera, la anudadora con ágiles movimientos de los dedos, seleccionará los hilos por grupos de tres o cuatro -entre menos hilos se usen para anudar, el terminado es más fino- e irá pasando unos por arriba y otros por abajo, en grupos alternados para ir anudando los complejos diseños que tradicionalmente tienen las mujeres de esta localidad y que se pasan de generación en generación, en algunos casos guardando celosamente sus diseños más preciados y en otros tratando de conseguir los propios de otras artesanas”.

LUGARES DE PRODUCCIÓN 

Área purhépecha

Tacámbaro

Cocupao

Zacapu

Apatzingán

GALERÍA DE ARTE

ARTESANIA MICHOACANA

Calle Juan Jose Codallos No 5 Pátzcuaro Michoacán

Tel: 443 404 6302

Correo: info@art.org.mx

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